La frecuencia cardíaca es uno de los indicadores más importantes del rendimiento y la salud cardiovascular, especialmente para quienes practican deporte con regularidad. Saber cuál es la frecuencia cardíaca normal, tanto en reposo como durante el ejercicio, ayuda a entrenar con mayor precisión, controlar la intensidad y prevenir el sobreesfuerzo. En ciclismo, la frecuencia cardíaca refleja cómo responde el cuerpo al esfuerzo. Cuanto más entrenado está un ciclista, más eficiente es su corazón: bombea mayor cantidad de sangre con menos pulsaciones. Por eso, conocer y controlar este valor es fundamental para mejorar el rendimiento y ajustar el entrenamiento a las necesidades reales de cada deportista. ¡Lo vemos!
Cuál es la frecuencia cardíaca normal
De forma general, la frecuencia cardíaca normal en adultos oscila entre 60 y 100 latidos por minuto (lpm) en reposo. Sin embargo, en deportistas, especialmente en ciclistas o corredores de fondo, estos valores suelen ser notablemente más bajos. Un corazón entrenado es capaz de bombear más sangre con cada contracción, lo que reduce la necesidad de latir tantas veces por minuto. Por eso, no es raro encontrar ciclistas con frecuencias cardíacas en reposo cercanas a los 40 o 50 lpm.
Frecuencia cardíaca normal en reposo según la condición
La frecuencia cardíaca normal en reposo representa el número de veces que late el corazón por minuto cuando el cuerpo está relajado, sin actividad física. En personas sedentarias, suele situarse entre 70 y 80 lpm, mientras que en personas activas puede rondar los 60 lpm. En el caso de los ciclistas y deportistas de resistencia, las cifras pueden bajar incluso a 40 o 45 lpm, un signo claro de eficiencia cardiovascular, como indicábamos más arriba. Ahora bien, para obtener un valor fiable, lo ideal es medir la frecuencia cardíaca en reposo por la mañana, justo al despertar, utilizando un pulsómetro que permita registrar datos con precisión y analizarlos a lo largo del tiempo.
¿Afecta la edad a la frecuencia cardíaca en reposo?
Aunque es cierto que la capacidad cardiovascular y la elasticidad del corazón cambian con los años, al hablar de la frecuencia cardíaca en reposo, el nivel de entrenamiento tiene un impacto mucho mayor que la edad. Los rangos clínicos generales (como 60-100 lpm para un adulto de 20 años o 65-100 lpm para uno de 40) son poco útiles para un deportista. Lo realmente relevante es lo que ya comentamos: mientras una persona sedentaria puede rondar los 70-80 lpm, los ciclistas y deportistas de resistencia, independientemente de su edad, suelen mostrar cifras mucho más bajas (incluso 40 o 45 lpm) como un claro signo de eficiencia cardiovascular.
Frecuencia cardíaca máxima
La frecuencia cardíaca máxima (FCM) es el número más alto de pulsaciones que el corazón puede alcanzar durante un esfuerzo máximo. Este valor es único para cada persona, aunque puede estimarse mediante una fórmula general muy sencilla:
- Frecuencia cardíaca máxima = 220 – edad
Por ejemplo, una persona de 40 años tendría una FCM estimada de 180 lpm (220 – 40 = 180). Este dato es clave para planificar los entrenamientos por zonas de intensidad. A partir de él, se establecen los porcentajes de esfuerzo —por ejemplo, entrenar al 60%, 70% o 85% de la frecuencia máxima— en función del objetivo del entrenamiento. Sin embargo, la FCM no depende solo de la edad, sino también del peso, la genética y la condición física, por lo que puede variar ligeramente entre individuos. Hay que tener en cuenta que la fórmula 220-edad es solo una estimación; la FCM real varía mucho entre individuos y la mejor forma de conocerla es mediante una prueba de esfuerzo.
Para medirla con seguridad, se recomienda el uso de pulsómetros o sensores de frecuencia cardíaca como el ZCore de ZYCLE, que permiten monitorizar el pulso en tiempo real y ajustar la intensidad de forma precisa sin poner en riesgo la salud. Además, al realizar un entrenamiento por pulsaciones, sabrás en todo momento cuál es tu frecuencia cardíaca y si estás alcanzando tu límite de trabajo intenso.
La importancia de la frecuencia cardíaca en ciclismo

Controlar la frecuencia cardíaca en ciclismo es fundamental para mejorar el rendimiento y evitar el sobreentrenamiento. Entrenar conociendo tus pulsaciones te permite saber exactamente cuánto esfuerzo estás realizando y optimizar cada sesión. Entre los principales beneficios de trabajar con la frecuencia cardíaca destacan:
- Mayor eficiencia: el ciclista aprende a dosificar la energía y mantener el esfuerzo adecuado para cada fase del entrenamiento.
- Prevención de la fatiga: al conocer los límites del cuerpo, se evitan picos de intensidad que podrían reducir el rendimiento o causar lesiones.
- Seguimiento del progreso: una frecuencia cardíaca más baja en los mismos niveles de esfuerzo indica una mejora de la condición física.
- Recuperación más efectiva: controlar las pulsaciones tras el ejercicio ayuda a medir la capacidad de recuperación y ajustar los descansos.
En definitiva, la frecuencia cardíaca actúa como un “termómetro del esfuerzo” que permite entrenar de forma inteligente y segura.
Cómo calcular las zonas de frecuencia cardíaca en ciclismo
Las zonas de frecuencia cardíaca en ciclismo son rangos de intensidad que se basan en el porcentaje de la frecuencia máxima. Cada zona tiene un propósito diferente: mejorar la resistencia, aumentar la potencia o desarrollar la capacidad aeróbica. Aunque existen diversas fórmulas para calcularlas, la más habitual parte de la frecuencia cardíaca máxima, en este artículo te explicamos cuáles son las zonas de frecuencia y para qué sirven. Ten en cuenta que conocerlas te permitirá estructurar los entrenamientos de forma más efectiva y planificar sesiones específicas según el objetivo. Es por ello que resultan tan importantes.
